miércoles, 4 de julio de 2012

Emiliano Tavernini


Sabores de amor


Me pierdo en tifones de piel,
bamboleo
y agito mi materia oscilando
entre la carne ardiente
y cielos abiertos
a tus jardines
flotantes.

Me absorbe la inocencia.
El tenso falo
desgarra
célula por célula
la inmensidad latente.
Tras las cálidas mareas
circunnavegan
caravanas de dulces orgasmos.

Espesos océanos invaden la esencia.

El ardor se hace fuego,
el ritmo
nace y renace entre tus piernas,
ranitas de estanque
nocturno
que se retuercen y saltan,
empujan
suben y bajan…

…las cuerdas vocales
comienzan a desatarse,
saboreando el clítoris
que descansa en tus labios
oigo vibrar tu alma…

El aire es sucio,
el sabor ácido.
Mi pecho
demasiado pequeño,
estalla.

El mundo gira, se derrumba
oigo el temblor.
Busco el equilibrio
y descargas eléctricas
sacuden las extremidades que arquean los pies.

Quiero correr al origen.
Quiero dormir en tu vientre.
Quiero morir bajo el amarillo de tus ojos
porque jugamos en mágicos parques,
bajo la luz del amor
nos ensuciamos.
Por suerte
nadie nos reta.

Aferrado en tus brazos
pierdo razones,
y entiendo.


Agustiniana 5

Entramos, la luz se cortó, tal vez presagio,
tal vez cábala de lo que no debe ser, o debió, o debiera.
Te hablé, me contestaste, reímos. Me anime a mirarte.
Te desnudé, floté, volé, quise hundirme en tus ojos, lástima que no hubiera agua,
sólo la sequedad de sonrisas.
Café, sorbos azucarados por la distancia, bar alma de tango.
Éramos melodías y nuestras palabras interjecciones y suspiros,
las letras mas hermosas,
Ferrer reducido a poroto, Manzi un fulano y así sucesivamente.
Tu boca. Yo evité mirar el reloj, la muerte,
sin embargo en la blancura de tu rostro veo los segundos y las arruguitas que no conocí,
las que te besaron otros labios de los que me hablas como a la pasada.
Yo prefiero olvidar. Reímos.
Al fin se sienta la confusión a nuestra mesa, ansío esos segundos que no poseí, ansío esos días tuyos
que se nos fueron.
Ya sos grande, lejana observo a la nena que fue muerte pintada de vida,
que fue amor pintada de sol.
Te apuras a pagar, el tiempo, al fin supe que existía.
El tiempo,
(ma’ que física ni que mierda, esa tarde en la mesita del bar se olía tiempo,
se veía tiempo). Me revelaste la fugacidad de la manera más desesperanzada.
Me hubiera gustado que me pongas un nombre.
Salimos.
Nos perdimos en la masa, inútil intentar demorarte como en el bar.
Un abrazo en la parada del colectivo.
Una última mirada, vos de espaldas.
Un suspiro.
Artículo Indeterminado
como ser humano
patea una lata de cerveza.


Los poetas


Primero alejarse de las amistades

para no contaminar de coloquiales guarangadas

claves, códigos, colores locales dirán.

Resistir a la política que interviene

a final de verso con la pesadez

de un convenio colectivo de trabajo

o las imágenes de la militancia,

cúmulo de cristalizaciones de un léxico poético

bien setenta resignificado.

Hacer saltar la sintaxis a la mierda

se hace jodido con tanta vida

tanta primavera que nos rodea.

poetas:

¿Alguien se pregunta a qué hora

hay que salir a la calle

para pescar una idea

para hacerla carne?

De la masonería de la ciudad, de los inodoros altos

de eso hay que escapar.

Y que decís de la escuela

poeta,

de las ciruelas normalistas subvencionadas

con sus problemas mediáticos

y el plástico que todo soporta para llegar victorioso

a principio de mes, lubricado en vaselina.

Y ya que estamos escapar

del manual escolar, de las cursilerías de la pareja

el te amo, te extraño, te espere

estoy afuera, abrime!!, puta q te parió.

Habrá que esquivarle a la paja inalámbrica

los libros a luz, el tiempo a batería.

poetas

que se despegan del mundo dejando un pie adentro

por si las moscas

para encontrar el estilo

valdría la pena

de ser un slogan

de respiración a transistor

el lenguaje.


La vida sonámbula

“Despabílate amor que el horror amanece”

Mario Benedetti


El viento ruge ondulaciones

se filtra por la ventana

o lo que queda de

ella.

Porque últimamente

la pantalla

es la única ventana

y cuando ya no entretiene

la pobreza en el show de las 22 horas,

cuando la pobreza

con olor a poxirrán

se sigue inmolando en una plaza

y el sillón se hace más cómodo

más mullidito, más sagrado

con el silbido del viento

y la pobreza a control remoto,

es un buen momento

para confiar los sueños

en el almohadón de plumas

plazo fijo de pulsiones

nunca materializadas.

La aventura dicen

que es el trecho

del sillón a la cama.

Aunque sea eso es lo que queda.

Aunque sea esas son las anécdotas

en el día de oficina,

engranaje medido.

Así se hace fácil olvidar los sueños

donde no son necesarios

porque el sueño,

el enciclopédico sueño

nunca llega

soporífero

inasible

insensible

como el aroma del café,

sospechamos que no existe

es sólo una treta

de la rutina.

Lo lamento Mario

parece que

el amor no se despabila.

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