martes, 31 de enero de 2012

Leo Alegre

http://tiempoyhuella.blogspot.com/


Cicatrices

Quién soltó la palabra maldita? Infectando el aire de una tormenta asesina, y mutilando así, el sueño
de los débiles. Cuál es el atajo siniestro que descubrieron los malditos, para llegar, de una sola
mordida, a rasgar el corazón? Cómo puede un puñado de palabras, arrojadas al azar tanto tiempo
atrás, habitar en el silencio, agazapadas en la grieta, hasta el día de hoy, y retornar en verso,
convertidas ya en este temido sangrado sublime? Como se salvará esta herida, si nunca ensayé la
lucha? Desandar los pasos lleva hacia adelante, y retomar el camino es provocación temeraria de
alterar un giro, y desafiar lo escrito. El poema queda en blanco, pero sus huellas se vuelven
cicatrices, cada vez mas profundas.


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Oh noche! ¡Oh refrescantes tinieblas!
¡Sois para mí señal de fiesta interior,
sois liberación de una angustia!
“El Crepúsculo de la noche”; C. Baudelaire



Cae el día, y muere. La caricia que salva llega crepuscular, engarzada en sonidos
noctámbulos y pasos lejanos. El viento golpea el cristal y deja suspendida en el aire
frío de la noche, una melodía ausente, de visiones lejanas. Rostros de doncellas
vienen a salvar las heridas de ayer, y se reanuda el baile. Danzas nuevas conjuran un
roce místico, mientras tenues amenazas se retiran, vencidas y resignadas, a llorar su
derrota incontestable. La fiesta es total de puertas hacia adentro, y se cuela por las
grietas la salvación que aniquila el tedio y recompone el aire. Sin cruces ajenas que
cargar, el cuerpo sosegado se entrega, se recuesta en el vacío, y acepta la comunión
que lo integra con todo lo demás. El descanso llega inevitable y contundente.
Despertarán los dioses mañana con ademanes relajados y un regalo nuevo que se
adelantará en el tiempo, mutilando las agujas del reloj, y salvará la jornada. Liberado
de miedos y tensiones, me lanzaré con pasos renovados, un día más, a la búsqueda de
los caminos inciertos.


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La Nada absoluta y divina

El ejercicio debe ser este...

deambular a través del silencio,
arrimarse a lo intangible y
penetrar sin piedad
el instante sagrado.

Detenerse entonces y
permanecer hundido en la ofrenda,
sensible hasta los huesos
a lo que brote de los sentidos.

La nada abosoluta y divina...
y un estallido en los ojos
y un llanto secreto
y un fuego que arde en las entrañas

En un instante que no admite piedad,
caen destrozadas las verdades siniestras,
y surge sublime la visión privilegiada,
el vacío insuperable de los caminos que se abren.

Se manifiesta virgen la belleza
y ofrece un regazo oculto al final de la cueva,
recostado en él vemos pasar la Idea,
como un reflejo preciso de lo que ansiamos atrapar.

Cae la mano y la sentencia,
sometidas las palabras después del juego
el instinto teje un designio fatal
exuberante por fín
en los contornos de un verso

que no hace falta escribir.



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Necesidad y abismo


“..but they might need
rain...”
C.Bukowski


Un reflejo omnipresente de mi
vive oculto en los espejos
que vosotros,
invertidos narcisos
esquivan, y pierden...

mientras les recuerdo
aquello que no
se animan a ver.

… no los necesito...

De claros y suaves amaneceres
huyo en busca de refugio,

aquellos momentos de endeble
felicidad de ustedes
son los peores fantasmas
para un espíritu sublime,
que conoce el reverso,
en la palma de la mano.

Desprecio lo seguro,
lo bello y lo insípido,
que es decir lo mismo...

.. y los condeno..

Sólo al borde del abismo,
enfurecido contra la tormenta
sobrevive lo absoluto,

el bautismo oscuro
que esconde la clave
de la sagrada eternidad.


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Un Verso Inacabado


Un cúmulo de palabras disgregadas, separadas unas de otras en la distancia y la indeferencia, y
abandonadas en la soledad inconmensurable de una frase a medio acabar, sobre un desierto inmenso
y blanco... Un verso inacabado. Palabras que mueren en silencio, en la añoranza de un misterio aún
sin revelar. El eco impreciso de un intento. Un aullido lejano e inuadible, perdido para siempre en
el desamparo infinito de lo desoído.

domingo, 29 de enero de 2012

ALBERTO DE MARI

Fragmentos de: "Arin".

MENDIGO ENTRE EL RUIDO

Yo esperaba que el fuego me dé las alas que necesitaba para sobrevolar el otoño. Me peleé
con el ruido, en mi todo era un espacio que vibraba.
Mis ojos blancos escalaban figuras de sombra opaca.
Yo buscaba congelar las palabras hasta que se produjera una ruptura que me estremezca.
Yo anhelaba el sentido y dirección de mis caóticas palabras.
Desesperado por el tardío aterrizaje de las aves, invoqué la tormenta, rellené a las tumbas con
luz. Buscaba detener la separación, hallar la perfecta concordancia sonora entre el ángel y la
bestia.


*********

DESDE EL SOL


He anticipado la tormenta, jamás la inundación.
Mi propio error me ha sacrificado dejándome más vivo que nunca. No ha quedado rincón sin
la trampa astuta.
Miro por la ventana y ya no veo aquél cielo rojo sediento de garras. Las cosas son como no
creemos que son ni jamás creeríamos. Deseché los consuelos. Es necesario adecuar este espacio
al caos.
Sobrevuelo como humano la tensión que me aísla del brillo. Rompo los siglos para ver de
cerca al polvo y saber que allí no hay nada más. Exóticos movimientos como bestias se agitan
en la privilegiada nada. Y yo inmóvil sobre un campo devastado sosteniendo con una mano
un ave enferma y con la otra un elefante de oro. No aguanté. ¿Quién aguantaría? Las piedras
un día se atrevieron a pasar fluidamente por mi garganta. No me alivié. Aquella fue la entrada.
El maldito umbral a mis múltiples cielos con aroma a diablo había sido violado.
Mi andar corrompido por el día. Mis huellas extraídas del tiempo tuvieron sombras que dieron
fe.
Pobres señales estalladas como un volcán de hielo azul.
Los signos. Quedan los signos. De ellos solo hablaré desde la seguridad de la locura. Hay
signos de un poblado, de un pozo oculto, de otro blanco aún más intenso e indefinido, sólo
vestigios.
En mi memoria yace la ceniza, el estado nocturno, los rostros que alejé. Abandonaré mi cuerpo
en secreto, como al nacer, como en la infancia suplicada. No haré nada. Como todo el
mundo a toda hora. Un cuervo se llevó mis ojos, por eso ahora miro en lo negro. Por eso este
poema se deshace en la tentativa absurda de salvarme y yo lo miro de afuera. Desconociéndome.
Aliviándome.


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TREGUA DEL VIENTO

no te espantes
ni temas
por estas palabras semi muertas

temé por lo que no ves


ni existe


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EL NOMBRE AUSENTE

Una flor sembrada en un invierno fuera de este mundo sacrifico mi huida, las pocas luces de
mi olvido estéril. Mis pasos se escondieron entre la niebla y el sol sin dejar huella. Las bellezas
sobrevivientes agonizaron en cuadros, que sólo acentuaron el anonimato del sonido.



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CUIDANDO EL ESPACIO

I

Desemboqué en un río donde las piedras por fin sepultaron a las palabras.
Esta densidad,
este follaje,
que devora al cazador.

II

Dibujo mis ojos
mientras olvido lo que veo.
Así llega todo, todo va llegando,
todo se estaciona y se olvida,
pero nada explota.

III

Tengo que gritarme.
Tengo que confesarme.
Me tengo que contar todo.
Sí, pero en silencio.

IV

Las necesarias e inevitables,
las que no se dicen
pero no paran de saltar.
Yo las extraigo y las perfumo.
Por pereza e incapacidad,
otras veces, simplemente, las dejo estar.
Ahí son ellas las que me extraen,
necesaria e inevitablemente.

V

Un niño se desarma en mi memoria.
Él juega a que es el sol.
Él llena el espacio de flores mientras deshoja al viento.
Él no sabe, por eso juega,
y ojala que nunca sepa.

VI

Convivir, sí.
Conmigo y varios,
todos de perfil,
decretando y escondiéndose en mi sangre.
El espacio esta para huir.
Sólo quiero saltar al mar.

VII

En un sueño vi el retrato del espejo
en el que me miraría una vez que el lenguaje, por fin, logre expulsarme.

VIII

En su rostro algo pesa.
Quisiera dormir.
Dormir.
Dormir hasta que algo pase.
Y seguirá sin pasar nada.
Mientras en él seguirán desfilando silencios.
Con muchas palabras.


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DE PUENTES Y DERRUMBES


Ninguna emoción o sensación puede servirme de puente, a la hora de escribir.
Aquellas apenas son el espejo de las letras volcadas, que previamente, necesitan ser salvadas.
Mi luz más profunda grita. Yo Apilo y sólo puedo empujar de espaldas. No puedo hablar
desde la fuerza, sino desde la suspensión. Cuando me atraviesan no puedo escribir. Cuando
me callo y no intervengo en lo absoluto, es cuando puedo girar.
El gran problema es que soy muy mío... y debo usar puentes. Una palabra que revierta el clima.
Una palabra como pulpo del lenguaje. Una palabra que no haga fallida mi embestida
hacia la nada.
El puente que uso con más frecuencia es la palabra palabra.

Marcos Gras

Rutina.

Siete muertos
Uno cada tres horas.
Uno mientras me levanto.
Uno mientras me ducho.
Uno mientras desayuno.
Uno mientras busco mis llaves.
¿Dónde las puse?
Uno mientras esquivo las baldosas rotas, la bosta de perro, la manguera de los encargados.
Uno mientras busco el auto.
Uno mientras saludo al pibe del estacionamiento
¡Buenos días!
Uno que son dos cuando llego al trabajo.
Dos muertos que son tres cuando paro para almorzar.
Tres muertos mientras tomo otro café
“Sin azúcar, gracias”
Tres muertos que son cuatro cuando regreso a casa.
Cuatro muertos que son cinco mientras juego a los autitos con mi hijo.
Cinco muertos que son seis mientras baño a mi hija.
Seis muertos para la hora de la cena.
Seis muertos que son siete cuando apago la luz y digo:
“Hasta mañana, sueñen con los angelitos”
Siete muertos, siete niños muertos mientras escucho a coro “te queremos papa” y yo me voy a dormir con una sonrisa.


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Elogio un tanto cursi a las señoritas de mi barrio


En la esquina de mi plaza para un grupo de pebetas,
Las hay flacas, macizas y de singular silueta.

Se engalanan con polainas en invierno,
Pañuelo a tono, minifaldas negras
Y de riguroso luto las medias.
De ningún modo un abrigo del Soho Palermo.

En verano usan remera corta,
Con slogans de gente muerta,
Añoran el pasado con tatuajes,
Y tribales con forma de oleaje.

Se pintan cual deidades egipcias sus parpados,
No eligen dorados ni plateados
Sino aguachentos desencantados

Suelen tomarse de las manos y bailar muy vivamente,
Lo hacen coreadas por un sinfín de botellas calientes.
Soñadoras caderas que marcan el compás,
Enfundadas cual otomanas en babuchas de ave rapaz.

Al vislumbrar la muchachada
Prenden un careta muy alborotadas
Al final de cuentas anhelan como cualquiera ser enamoradas.

No sueñan ellas con cadetes del liceo militar,
No hay martes de retreta por los que suspirar.

Creen que saben de la vida su secreto,
¿Pero que saben en concreto?

Cambiaron las chicas, no son mas las de antaño,
Aun no crecen y ya se le notan los años.

Luciano Doti

La paloma negra


La tarde de un lunes cualquiera, Claudio sale a caminar, recorre algunas calles, conocidas para él, y se pierde en un entramado de éstas. Luego de dar vueltas, giros y contragiros llega a una plaza. La misma está desierta, entonces se sienta en un banco y el frío comienza a helarle la sangre. Así que, decide tomar alguna bebida de alta graduación alcohólica. Casi sin pensar, se desplaza por una de las arterias de ese barrio, que no vale la pena identificar, sobre todo teniendo en cuenta lo que va a suceder después. La cuestión es que al llegar a la puerta de ese bar, del cual no tiene conocimiento previo, ingresa, se sienta en una mesa junto a la ventana y pide su espirituosa bebida; ginebra para mas precisión. Después de un rato bebiendo de a sorbos ese veneno, su cuerpo se calienta y queda en un estado de ensoñación. Unos ruidos le llaman la atención; es una paloma negra, que utiliza su pico como una herramienta para embestir insistentemente contra el vidrio de la ventana; luego se vuela, y la mente de Claudio vuela con ésta. En un instante se halla conduciendo una lancha; ahora no se trata de un entramado de calles sino de ríos, pero otra vez esta perdido. El lugar es algo así como el delta del río Paraná, sólo que los cursos que recorre se llaman Flegetone, Cocito y Aqueronte. Adelante y en lo alto, en vuelo triunfal, lo guía la paloma negra, y el la sigue detrás hasta el fin. La paloma se posa sobre una rama de ceibo en una isla, con su pico señala hacia abajo. Claudio amarra la embarcación en la orilla y salta a tierra firme, al caer sus pies se hunden en el lodo; luego enciende una fogata porque el sol esta en su ocaso y la noche avanza; después se sienta bajo la atenta mirada de la paloma. Cuando la oscuridad ya le gano al día y sólo el fuego, único punto de referencia, brilla en el sitio, hace su aparición un espectro; el mismo le indica a Claudio que debe hacer una ofrenda a su líder. La ofrenda consiste en cavar un pozo y arrojar en él: primero leche y miel, después vino, y para terminar agua y harina; luego debe sacrificar a la paloma negra y ofrecer su sangre a los espectros para que se materialicen. Uno de los espectros se acerca a Claudio, éste duda durante un instante si ofrecerle o no la sangre. Finalmente extiende su brazo y el espectro bebe. Luego de materializarse habla:
-En esta isla vagamos los insepultos, condenados a deambular por aquí eternamente hasta que alguien se apiade de nosotros -Claudio cree reconocer esa voz, pero lo deja continuar su relato sin interrumpir- Hace pocos años que abandoné el mundo en el que aún tu habitas, pero largo período paréceme a mí. Yo fui amigo tuyo en la infancia, por eso te pido que busques mis huesos en un lugar que te indicaré y les des sepultura, sólo así podré cruzar a la otra orilla y continuar mi viaje hacia el Hades.
En la otra orilla, repite mentalmente Claudio, como un eco de la voz del espectro. Después deja por un momento a su fantasmagórico amigo y se acerca a la costa, un poco más allá divisa a una embarcación; la conduce un viejo. Una vez que Claudio está junto a él, el viejo ataviado con un andrajoso manto se apea, para que su pasajero pueda subir. Luego dice:
-Mi nombre es Caronte, me envían para que te muestre la isla de los muertos. Esta noche te será revelada la verdad. Siempre te has preguntado por estas cosas y no hallabas el modo de averiguarlas, hoy has abierto la puerta.
El viejo comienza a remar. Claudio en silencio acepta el derrotero propuesto por ese desconocido. Cuando por fin llegan a la otra orilla, el viejo le indica que descienda con un ademán de su brazo derecho. Claudio obedece y camina hacia el interior de la isla.
Silencio, se siente observado, ¿pero por quién? Allí no hay nadie. Nadie que sea perceptible a sus sentidos; todos ellos tan terrenales que le resultan inútiles en ese lugar. El aire es tibio. El cielo negro, decorado con pequeños brillos de metal. Está solo, pero se trata de una soledad que se siente, casi se la puede tocar. Se da cuenta que ha alcanzado un estado diferente, algo desconocido para él. Recuerda lo que le ha dicho el viejo que lo trajo hasta allí:”esta noche te será revelada la verdad”. El miedo del principio deja lugar a una curiosidad voraz. Se sorprende el mismo cuando se ve avanzando más. Un grupo de árboles frondosos le bloquea el panorama. Él continúa su recorrido. Ya está cerca de conocer todo, detrás de ese cordón de árboles está la verdad. Se introduce en ellos. Una rama le roza el hombro.
-Señor, se quedó dormido, tenemos que cerrar -dice el mozo del bar, palmeándole el hombro.
Claudio abona la cuenta y se va, está tan ebrio que no reconoce el camino que toma. Además, el sueño que tuvo le ha dado más confusión. No puede distinguir el sueño de lo real. Pero, ¿y si no fue un simple sueño, si se trató de un mensaje revelador? Uno se pasa la vida soñando, pero hay algunos de esos sueños que se los pueden sentir. Es una sensación como la que Claudio experimentó en la isla de los muertos, un sexto sentido que se activa por desdoblamiento.
Cuando Claudio me contó esto, fuimos juntos a ese barrio que no vale la pena recordar; habíamos llegado a la conclusión de que en ese bar se hallaba la puerta hacia otra dimensión, pero, por más que dimos vueltas, giros y contragiros por ese entramado de calles, no lo pudimos hallar. En un momento, Claudio creyó reconocer el local, preguntamos, pero nos dijeron que allí jamás hubo un bar.



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Licantropía en el monte


Más de una vez, al terminar de jugar un partido de fútbol, habíamos sentido una presencia extraña en ese predio conocido como Monte Dorrego. Eso sucedía generalmente en invierno, cuando el crepúsculo llegaba temprano y la oscuridad se apoderaba pronto de todo. Los árboles daban en esas circunstancias un toque más tenebroso al paisaje, obligándonos a abandonar el lugar a paso acelerado. De posibles actividades paranormales en el Instituto Sarmiento se sabía poco a ciencia cierta, pero circulaban rumores que abundaban en detalles truculentos. Con todo, algunos elucubraban que esa edificación emanaba un poderoso halo de maldad que impregnaba la atmósfera circundante, incluidos los altos árboles que el viento mecía incansablemente.En algunas ocasiones, se habían hallado sobre el césped cuerpos de jóvenes muertos. No muchos, pero sí los suficientes como para que la leyenda urbana tomara forma; sobre todo teniendo en cuenta las laceraciones cutáneas y la carne desgarrada en jirones. La versión oficial hablaba de perros feroces vagando solos durante la noche, dogos argentinos o alguna raza inglesa. La de los vecinos, de robo de órganos para transplante; era la década del 80, y los rumores acerca de una van recorriendo las calles a la caza de niños y adolescentes eran moneda corriente; más de uno aseguraba haber sido perseguido, logrando escapar milagrosamente. También se hizo presente el mito, y se introdujo un nuevo elemento a las narraciones orales de los acontecimientos: los asesinatos habían sido cometidos con luna llena. Entonces, los perros fueron reemplazados por lobos, los cuales serían un grupo de niños del instituto, que se habrían convertido en lobisones tras ser mordidos por uno de ellos, séptimo hijo varón.Así, con la opinión pública dividida en dos, los que abonaban a la teoría del robo de órganos, y los que creían el mito del lobisón, toda Lomas del Mirador estaba atenta y dispuesta a evitar un nuevo hecho sangriento.Un sábado de luna llena fue la fecha elegida para que un grupo de niños del instituto tomara la comunión en la capilla situada dentro del predio. La ceremonia se realizó al atardecer, cuando ese astro, redondo y brillante, pendía bajo, casi al alcance de las manos; de alguna manera, era una luz que, cual péndulo de psiquiatra, desplegaba su poder hipnótico invitando a fijar la vista en ella. A los niños se los notaba raros, pero se atribuyó esa percepción al nerviosismo natural en personas que recién comienzan a vivir y se disponen a dar un paso que, a esa edad, parece tan trascendental, como es comulgar con Dios. Sin embargo, al ingerir el cuerpo de Cristo se pusieron pálidos, y tuvieron que salir afuera para tomar aire fresco. Allí, bajo el influjo selenita, empezaron a padecer convulsiones, y a hinchárseles las venas y tendones, al mismo tiempo que su cuerpo se cubría de bellos; era un ataque de licantropía, a la vista de todos. La gente huyó despavorida, excepto un grupo de hombres que, sin darles espacio para atacar, los tomó en sus brazos y los empujó dentro de la capilla, donde el sacerdote los roció con agua bendita. Los niños quedaron tirados en el piso, con la respiración agitada y el pulso acelerado; un sudor frío les cubría la frente, pero su cuerpo hervía de fiebre. El cura, sosteniendo un crucifijo frente a ellos, procedió a pronunciar un antiguo conjuro en latín: “¡Vade retro, diábolos!”.Después de eso no volvieron a repetirse los hallazgos de cuerpos sin vida, y la capilla se cerró, hasta el día de hoy que no se usa para nada.




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El viaje

Hacía tiempo que había dejado de hablar. Ya no tenía expectativas. Todos sus sueños habían ido quedando descartados uno tras otro. La indiferencia se los fue robando hasta que ya no le quedó ninguno. ¿Cuándo fue que se convirtió en ese despojo humano, en esa caricatura que simulaba ser un hombre pero ya no sentía? No se permitía sentir como los demás; no sólo la ilusión de un futuro mejor, sino también la desilusión por algo que no se logra; porque junto con la capacidad de ilusionarse perdió la de desilusionarse. Era una cosa. Sabía que estaba vivo porque el sol que se colaba por la ventana le molestaba en los ojos. Entonces, tenía que correr la cortina, realizar un movimiento con uno de sus brazos; todavía sus miembros le respondían a la orden del cerebro; ergo, estaba vivo. Eso era todo. El movimiento del sol desde la mañana hasta la noche era su mundo. Los diferentes tonos de luz dentro de la habitación. Las sombras más cortas o más alargadas, que proporcionaba el disco solar, le daban la noción del tiempo durante el día, en cambio el paso de las estaciones lo percibía observando el árbol junto a la ventana. ¿Cuántas veces había visto a ese árbol mudar sus hojas, y cambiar su color de verde a amarillo? Se había perdido en un viaje sin rumbo. Sabía que no iba a ninguna parte, pero en su estado actual no había dolor, tampoco placer; no siempre la existencia debe llevar implícita el sufrimiento, también puede llevar vacío, o sea: nada. Estaba tirado en la cama con los brazos extendidos formando una cruz. Miraba alternativamente el techo, la pared y el árbol junto a la ventana, y no pensaba en nada. Desde hacía mucho tiempo todo era igual. Se hallaba inmerso en un círculo vicioso; el cual repetía una y otra vez los mismos acontecimientos; esto último era una forma de decir, ya que en realidad no acontecía nada. Su existencia era bucólica hasta el hartazgo, pero de pronto algo sucedió. Mientras observaba las nubes pasajeras que el viento arrastraba, ese movimiento cinético hacía aún más evidente su condición estática, entró su madre a la habitación y le dijo:
-Roberto, hoy van a venir tus amigos a buscarte. Anda a afeitarte así estás listo y no los hacés esperar cuando llegan.
Roberto se dirigió al baño. Antes de tomar la afeitadora se miró en el espejo. Se sintió confundido; no sabía si él era el de carne y hueso que miraba al espejo, o la imagen demacrada que se reflejaba en él, ninguno de los dos parecía tener alma; finalmente tomó la afeitadora y se rasuró. Lo hizo con movimientos mecanizados, siguiendo una rutina aprendida hacía tiempo. Al terminar se lavó la cara con agua fría, de haber estado caliente no hubiera notado la diferencia. Después se sentó en el sillón del living a esperar que llegaran sus amigos. Cuando vio al vehículo de siempre detenerse frente a la puerta de su casa, lo abordó. Pero, tras recorrer algunas cuadras, se dio cuenta de que no eran sus amigos. Así que, Roberto comenzó a gritar:”¡Socorro, me secuestran!”.El acompañante preparó una dosis de un sedante y lo inyectó. Antes de que la droga le hiciera efecto, Roberto salió corriendo del interior del vehículo. El acompañante lo persiguió detrás, lo alcanzó y forcejearon, hasta que las dos manos de Roberto se cerraron sobre el cuello del acompañante. Cuando llegó el chofer a la escena del hecho, su compañero ya no respiraba.
En el juicio que se llevó a cabo unos meses más tarde, el chofer de la ambulancia declaró que vio como el paciente que transportaban al neuropsiquiátrico mataba al enfermero.



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Fragmentos de "Sólo palabras" poemario.


Agosto

Adiós julio,
te despedimos;
sobreviví a tu gélido aliento.
Nos cobija agosto,
el umbral primaveral,
cálido y esperanzador,
reverdece desde el simiente.


***


Espanglish


Te conocí en una lovli pari,
e inmediatamente el paroxismo
inundó mi alma,
hasta volverme creici.
Sos una terrífic wuman
llena de encantos.
Quisiera permanecer contigo,
hasta fundirnos
en una sola lengua.


***

Sueño profundo


En el féretro
tu cuerpo sin vida,
en tu semblante
serena morbidez.
durante el sueño profundo
que tanto anhelaste
hoy te despido
por última vez.
Y ya nada
será como antes,
tu alma libre
flotará en el éter,
sin los tormentos
de ese cuerpo
que hoy se ve bello
y mañana,
ya cenizas,
será polvo.


***


El viento


Otra noche
otro sueño solitario.
Sólo el viento
me acompaña
con su música
de violines endemoniados.
Tiemblan los cristales
se mecen los árboles
desnudos y resecos
en medio del invierno
que inclemente
azota la ciudad.

miércoles, 25 de enero de 2012

Guillermo Cegna

Te diste asco ayer
Estado del hombre que no se aguanta a si mismo
Estado del hombre en que se odia a sí mismo
Y sin ser un asco
Tu juicio es un jugo que opaca tu ojo
Tu ojo es caverna de estrella
Mirar es hueco
Ver imposible

******


de costado

sonido en interior
calma blanca creo
a bajar el pregunta volumen
a versar a la gente en el lado
costado qué no siente y
camello, ele, cera
rana pez ligamento ejército esta mañana
ayer dorm dor y estarem haciend
tun dado tiñe tarra mos senel
lirios motos gesta que te
tocan ti can téreos
tipos calcos aura rea
nas con fleja vos dedal
matriz de cuero ero
pájar eros ay o porque
cuando
es la tarde el dado en
cada can es pera o ficio
trueno o es
tallado
exil a rosador es lazas
o inopinan
dado que medirá permite/
en sus oposiciones

lunes, 23 de enero de 2012

Patio

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Consuelo


Que bonito cuento fue aquel,
en el que yo era la cazadora y tu el lobo hambriento.
Donde entre los bosques nos seguíamos el rastro,
deseando matarnos para poseernos.

Nuestra sed de sangre nos unió en aquel juego
de acechos, desvelos y traiciones,
hasta herirnos tan profundamente
que lo perdimos todo con tal de tenernos.

Tus ojos pardos me seguían en sueños
sobre un aliento helado
Mientras yo intentaba quitarte la piel a tiras
para colgarla sobre mi hombro.
Así creamos nuestro pequeño mundo de hielo, sombras y recelos;
donde perseguirnos eternamente bajo cielos de plomo,
haciendo muescas en nuestros colmillos por cada desgarro.

Te seguí tantas noches que se nos acabaron los días,
malgastando las esperanzas.
Oliste mi rastro hasta los cofines de tu sexo
y perseguí tus pisadas sobre mi recuerdo,
hasta que sangrando entre tus fauces me encontré en el suelo,
clavando mis lanzas en tu pecho;
rasgándote por dentro para reventar tu corazón con mi acero,
y mientras partías mi alma perdimos el cuerpo.

En la búsqueda de poder
pagamos con nuestro orgullo el precio del deseo.
Que bonita historia construimos,
en los bosques del consuelo.


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Alquitrán


La locura de buscarte
sólo la comparo a la de haberte encontrado.
Y ya pasan los años donde esperaba olvidarte,
pero debí hacer mal el cálculo
porque no te me sueltas de las piernas.
De saber que te iba a querer así

te habría dejado a tiempo,
pero tiendo a no mirar antes de entrar
y tropecé con tu sexo.
Así que aquí me tienes, perdida por el deseo,

preguntándome ¿qué demonios hago
balando como una oveja cada vez que te huelo?
Tu tacto se pega como alquitrán a mi piel

Por haber naufragado en tu cuerpo
Ahora mi horizonte termina en tu espalda
Y de mis otras conquistas he perdido el recuerdo.


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Tu silbido

Me ronda tu silbido tras la puerta:
cada vez que salgo,
cada vez que entro.

Y no hago más que morderme las uñas y ajustarme las medias,
abriendo mi falda una rendija; para que me veas.

Me siento a tu lado deseando decirte que me agarres el culo
y me folles encima de la mesa.
Pero el deber me encadena y solo ruego que a ti se te ocurra esa idea.

Una uña mas y habrás acabado con mi paciencia,
ya me estoy cansando de mover las caderas
para que actúes como si no te dieses cuenta.

Pienso en lanzarme sobre ti en el escritorio
o contra la encimera
y en ese pensamiento se me pasa la vida entera.
Otra uña más… y estoy fuera.

Que difícil se me hace aguantar tus maneras,
cuando me miras como un animal pero enarcas las cejas,
cuando te propones disimular tu deseo en un alarde de proeza.

Y de pronto un silencio incómodo se siembra:
a mi no me quedan uñas, ni a ti ideas.

Me levanto esperando que me detengas,
pero tú me miras y tiemblas,
Y ahí te quedas otra vez, silbándome tras la puerta.

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Vestigios de olor


En mi cama fría araño los vestigios de tu olor,
intentando encadenarlos a mi sed
para que la acompañen.

Las horas que no te tengo devoran mis piernas
y aquí me tienes,
Intentando encontrar tus manos entre mis muslos.

El juego esta echado sobre tu vientre,
tu tiras la piedra y yo salto con cuidado de no pisar las líneas.
Y entre mis sombras escondo mi lujuria para no cegarte,
mientras arranco tu piel de mis dedos
para rendirme en ti.

domingo, 22 de enero de 2012

Cristina Villanueva

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1) Ella tenía un mar en el pecho, a veces lago, a veces río, a veces llanto.


2) Ella le contó que tenía un mar en el pecho, el no supo que estaba navegando.Aunque las olas lo mecían, el era ateo de metáforas.Hasta que un día, él le dijo que iba a tirar la red de oro, para pescar en ese océano, jugaron mucho.A la noche la dureza de los pequeños corales y caracolitos en la cama, le devolvío la fe .


3) Una vez ella quiso ahogarse en ese mar íntimo.Como un milagro, un mascarón de proa de un dios marino, le contó historias, mientras los rulos de su barba se juntaban con palabras. ella quiso volver y flotó en la arena suave de los regresos.



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Budín de pan o una tarde casi cielo en la boca.



---Es un día de una tibieza esponjosa, como si guardara hebras de aire, globos rojos a punto de soltarse en una fiesta silenciosa. Mullida tarde de flores alzadas contra la ventana. Pensamientos, que buscan atraerme o entrar. La tierra lejos y esta suerte de poder navegar o ser navegada por el manojo, barco, ramo. de pétalos y hojas.Perderme así entre aromas y el gusto del café.

La leche como un mar blanco envuelve el pan, el dulce, las gotitas de luto de las pasas, los huevos. Un futuro budín duermiendose en el útero tenaz del recipiente, va a despertar en la boca de quien elija para darle a gustar las gotas de esta tarde.



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Botánica del tacto



Las flores amarillas largas como brazos, rodean la nuca del aire, se mueven con cierta languidez, suaves, sensuales, envueltas en verdes, como joyas de la tarde que se va .
Uma me dice "ya viene la noche". En la nueva mañana, si es que puedo, seguiré las caricias envolventes, cascadas de pétalos para tocar el aire. Para aprender de la inteligencia de las flores la morosa, libre cualidad de ese abrazo. .


Contacto: cristinavillanueva.villanueva@gmail.com

viernes, 20 de enero de 2012

Fabián Leppez

TRES AÑOS DE SOLTERÍA

Mirando de reojo el cuca trap
tapado de tierra que nunca funcionó,
Sentí una gota de barro caer
sobre mi frente y recordé:
Hoy se cumplen tres años/
Tres años de no mirar el reloj.
Tres años sin atarme los cordones.
Y hay un bloque de hielo que se
incrusta en mi pecho algunas noches/
Y hay un nudo de acero que me
ajusta el corsé en ciertos roces/
Mientras corro con el tiempo
como hámster aburrido/
Y salto del Hércules sin paracaídas
con la esperanza de perder los dientes/
La estupidez como fuerza renovadora/
El budismo como sangre para el vampiro/
Tres años descosiendo pupilas/
Haciendo esgrima versus mi espejismo/
Tres años/
Esperando que caiga el meteorito
para devolverlo al sol de una patada.


**********


NOCTAMBULISMO CRÓNICO

A la hora en que todos mueren,
yo estoy despertando.
una viga de cemento se recuesta
sobre mi espalda.
mientras los obreros comienzan a
ignorar a todas las teens de minifaldas
que caminan frente a ellos.
Mi casa entra en un completo
estado de descomposición
y la lluvia impregnada en
el televisor sin señal
no hacen más que acompañar al
mariconeo incasante que viene a
golpear mi puerta y
me espera con un paraguas.
Los huevos colorados son cada vez
más difíciles de conseguir.
Mamá siempre lo repite mientras
habla por teléfono.
Mamá todo el día habla por teléfono.
El teléfono se la traga
y comienza a vibrarle adentro
como un corazón con botones.
El logo del DVD rebota en las paredes
de la pantalla
y yo lo sigo con la mirada
como a una pelota de tenis.
lo observo cambiar de color en cada rebote.
miro mis zapatillas que esperan
el momento de entrar en acción.
el momento de salir corriendo o
el momento de patear a alguien.
A veces, los artefactos son más fieles
y mejor compañeros que las personas.
La heladera se enciende a cada rato
y me pide que no la manosee.
apaga su reloj biológico
y a menudo, me toman de los pies
como grilletes y me elevan
hasta lo inconsiente.
Ahí donde la vida es tan glamorosa
que nos dá lo mismo hacer pis en la calle
o en un baño abrazado a un camello.
donde todos los puentes conducen a Roma.
donde las cigarras anuncian la lluvia venidera.
donde uno se vuelve presa fácil del
sexo opuesto, del gobierno opuesto,
del equipo opuesto, del final apuesto.
A la hora en que todos mueren,
yo recién estoy despertando.
A la hora en que todos sufren,
yo recién estoy madurando.



**********



TODAS LAS MUJERES, TODAS


Ahí va esa mujer
arrastrando sus plumas.
Sacándole chispas al asfalto
con su talón/
Ahí va la militante de los rollitos
de más.
Y la flaca compatriota
con su huesuda inconformidad/
Ahí van las que abortaron
antes de embarcar
y las que parieron su propio
nacimiento/
Las que dejan su tanguita
escurriendo glamour en la bañera.
Siempre en mayoría,
multiplicando su inabarcabilidad.
Bebedoras de lo absoluto.
Las que emparchan sus ausencias
con bolsas de indumentaria.
Las que preguntan por mensaje
en qué anda Luisa, con quién salió
Jazmín, a quién besó Anabela o
con quién curtió hoy Lucía.
Las que mutilan callos e imperfecciones
con la luna bamboleando en sus hormonas.
Las que se dejan lijar el clítoris
por el insensible
y se besan en la boca frente al
espejo del baño,
junto a su amiga/
Las que inspiraron las minifaldas
de los 60’s, las que le imprimieron
un rodete al cuadro perfecto de
sus piernas cruzadas.
Las que le dan brillo a las tardes de sol
trasluciendo el ampón de sus ombligos
descubiertos.
Las que nos hacen caer de rodillas
frente a la placenta que sembramos
en el jardín primaveral de una
cita a ciegas tele trasportada
a la alcoba.
Las que nos dicen que sí, cuando
tienen ganas.
Las que nos dicen que no, cuando
tienen ganas.
Las depredadoras del infierno.
Las asesoras incansables de tu look,
de tus armarios.
Las trasgresoras insaciables de su look,
de sus armarios.
Las jardineras de tu sembrar meditabundo.
ahí van, las masticadoras del sueño.
Las protagonistas de la propaganda
de yogurt para el “tránsito lento”.
Las que te acarician el brazo
y te obligan a decir que si
con los ojos rendidos y la boca
echa un nudo de promesas muertas
y “te quieros” esperando en la esquina.


**********


MÁS QUE UN COLIBRÍ



Soy libre
como un acordeón.
Para estar con quien quiera
estar conmigo.
Éxtasis radioactivo
sobre mis mejillas/
Soy libre
como un vagabundo en desuso,
como un hombre rayado
dispuesto a caer preso
en cualquier instancia/
Nunca seria como esas mujeres
que con tal de no estar solas
se ponen de novias con
lo primero que encuentran.
Libre, como una paloma
apedreada
como un patín de freno al
costado de la ruta,
como un pedazo de viento
que no se deja amaestrar.

miércoles, 11 de enero de 2012

humor jauss

los marineros concientes


me dejo colgado
en el placard
esta silla
no admite piel
esta geografia
no tiene miedo ni prejuicio
acá me caigo
cuando me levanto allá
aca está
la herramienta
con la que fabrico
el gran pozo humedo
y lo lleno
de estrellas rotas
me tiro adentro
chapoteo en el brillo
de todo ese cielo
muriendo
tajos de filo de noche
en las mejillas
en los ojos
derramando el jugo
pulpa de duendes
que nutre la tierra
y me desinflo en la musica de saber
que estoy vivo
que grito
gástrico
despierto
indestructible
convencido

de tirar los remos al oceano
riendo desencajado
en medio de la tormenta


ante la mirada
atónita

de los marineros concientes.



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apretada suave sabrosa


seria perfumada
coqueta
cocinera

calma sencilla tímida perfecta
inocente moderna
trabajadora

llana indivisible
divertida

herida húmeda del sur
magia transparente


radiante hermosa radiante


ajena.



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el amor cruje aplastado por tu pie
como una cucaracha
que siempre te dio asco
y no deja de crecer
aplastado
no deja de crecer

la plaga
el amor.

miércoles, 4 de enero de 2012

Nancy Gallegos - Aguascalientes, México.

Uno contra espejo

Habito las orillas
del impronunciable origen
de mí mismo.

La memoria cae en tierra
como una ofensiva
hacia el reflejo
de los pasos que despido.

Atado a la idea
de incompleta existencia
sostengo el rostro, los miembros…

He creído sentir la risa
la fragilidad del alma
al filo del vuelo.




Even if I look into your eyes


Aquí
se acaban los días
en este trozo de
lamento fragmentado

en este espacio
el cuerpo se enfría
hasta perder la fuerza de vocablo

Aquí se escupe silencio

contingenteamorfodecosidoslabios





Maldolor

Soy
la que camina dormida
por donde nadie habita.
Eco pronunciado desde el abismo
de la voz que tiembla.

Águila herida que duerme en los labios.