martes, 6 de diciembre de 2011

Matias Anomiko

DEL OTRO LADO DE LA NOCHE

En la oscuridad
de la noche de todas las noches,
cuando la tristeza
es un zumbido en el oido
de la ciudad
y los perros ladran
y rompen las bolsas de basura.

Cuando el vecino de todos
da vueltas en su cama
pensando en el alquiler y el trabajo,
los gatos maullan y escapan
de sus sombras por los techos.

En el silencio hondo
del cantar de los muertos
el olvido construye puentes
para llevarme
del otro lado de la noche.


EL DE LAS VEREDAS Y LOS CORAZONES

Cuando la noche cae pesada
sobre las veredas
que estan lejos del mar
y lejos de las cumbres,
las veredas que pisamos
los que flotamos
en este comodo infierno
con vista al cielo,
donde los arboles se mueven
por el viento
que sopló nuestro ayer
para enviarnos con una patada de aire
hacia el mañana,
las veredas donde el amor
es el charco donde no se refleja
ningun rostro
y las penas son las baldosas flojas
que ensucian nuestro caminar,
un perro le ladra a la luna
sin mover la cola
porque el sabe
que en estas veredas
cuando la noche cae
se abren los parpados
de los corazones
gastados de caminar
por ellas.


POR DONDE MI SANGRE

Voy por donde mi sangre me arrastra,
voy despacio, con la luna llena,
con el vaso por la mitad,
con un cigarrillo que arroja cenizas
sobre el cuaderno.

Voy solo y quieto, con cien ideas
golpeandose entre si dentro de mi cabeza.

Voy en busca de un poema,
de la palabra exacta,
del momento oportuno.

Mientras los bares se llenan
y los autos chocan,
mientras la gente busca pares
en las esquinas donde no hay nadie.

Yo voy por donde me guía mi sangre,
que se entibia con la llegada de cada verso
que me visita.

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