martes, 25 de octubre de 2011

Aleqs Garrigóz - Guanajuato, México.

POEMAS EXTRAÍDOS DE PERTURBACIÓN DE LA MENTE (2004)


TRES DESEOS

Quisiera poder andar
y volver a los lugares de ayer cuando fui algo.

Quisiera en pie
ahuyentar a los buitres que esperan en mi techo.
Quisiera despertar sin lidiar

con la barra de metal que me atraviesa el pecho.




CANCIÓN DE LA NUBE GRIS

Polvo de cadáver
de los hombres más enclenques,
ceniza de todos los fuegos
que sólo segundos ardieron.
Eres la mala fortuna
queriendo ser liberada.
Ligera me sigues,
flotando en exime gracia;
orgullosa presumes
turbia y siniestra magia.

Pérfida nube gris,
a doquier que voy estas allí,
recordando
que no debo reír.


EL ÁRBOL Y EL PÁJARO


En la rama de un pájaro
un árbol mira un huevo,
lo arranca y lo deja al caer al suelo.

Poco más tarde,
en su nido cavado dentro del pájaro,
el árbol deja sus frutos caer
y vuelve a mirar al suelo.

El árbol devora un polluelo.
Y el pájaro se sigue secando.



SEGUNDO


Ellos eran tantos. Yo sabía los nombres de cada uno
pero nadie conocía el mío.

Yo estaba al centro y estaba desnudo.
Estaba en el suelo en posición fetal y todos reían
y sostenían y estrechaban copas.

Entonces levanté la mirada
y pronuncié una palabra.

Pero nadie entendió mi lengua.


********


CANCIÓN DEL ESCAPE DEL ANGEL CARNICERO

Tú, el eterno ángel deprimido.
Yo, el autómata ordenando tus cuchillos.
Tus alas negras de bestia
en un amor sordo y sin sentido.
Perdidos en el infinito.

Bebí de tus lágrimas
y te arropé con recelo: te destilabas.
Goteaba la noche oscura
a través de tus cortadas.
Y es que en vuelo cortaste tu pecho,
mi ángel bello y perfecto,
cayendo cual piedra ceniza
en un arcaico destino maltrecho.

Y de tus sobras mi calma
y con mi calma tu fuerza.
Curaste así tus escindas,
carnicero inexperto
en un planeta distante
con un siervo aprendiz y con miedo.
Abandonados los dos al desierto.

Tomaste tus armas,
robaste mi casa.
Fue todo de prisa
cuando, aliviado un mal día,
te escapaste volando
mientras tu mísero enamorado
fatigado dormía.

Mi alado del cielo
te fuiste sonriendo.




NO ESTA NOCHE


He cortado mi cuerpo para no aburrir
mientras te esperaba seis siglos,
mientras comía seis manzanas rojas
con seis gusanos a los que perdoné la vida.

He imaginado tantas veces mi muerte en la espera
y se han escrito las más hermosas tragedias.
Yo seguí en el mismo cruce del ensueño,
pues sabía que vendrías en forma de lucero.

Y caíste, meteoro septentrional
que Dios fue incapaz de crear.
Caíste sin saber tu procedencia o destino,
tal como lo había leído en los registros.

Y no, cometa que cae y se levanta,
estrella de los arcanos que viene y va,
esta noche no marcharás. No te irás
con tu cabellera albina fugaz.

No esta noche, la última mía,
cuando para heridas ya no hay lugar.
Te haré el amor con las arterias;
te besaré estela, polvo y venas.
Te esperé con ambición insana
acumulando pasiones de centurias
para venerarte en devoción.
Y aunque escucho ya la guadaña arrastrar,
mi noche perfecta no cortará.
Será con el alba crecida, quizá.

No esta noche. Lucharé hasta el final.
Mi cuello será tuyo y no de ella,
preciada, única luminaria adorable.
Esta noche la guadaña no vendrá.
Y tú no te vas a marchar.

Morir en tu cercanía sería infame derroche.
No. No moriré esta noche.



DEL BRILLO EN NUESTROS OJOS

Lo he sentido y ha vivido en mis ojos,
brillado como los tersos caballos negros
a través de su crin azabache.
Ha sido mío y lo reconozco
hoy noche también en tus ojos,
pues mora en su fulgor aceituna,
y no hay ninguna otra luz igual.

Es brillo como de bólidos fatuos
que adornan miradas que lucen distantes
de seres cansados y hartos,
pero que están tan cerca de sí,
de su propia carne aún latiente
pues están necesitando morir,
sentir como se esfuma todo en un suave desliz:
es el deceso que clama su fin.

Lo conozco. Ha vivido en mis ojos,
brillado en el corazón de la penumbra
como los cuervos a los astros
a través de su plumaje espectacular.
Es brillo real de flama
que a enfrentarte contigo mismo llama.

Confía amada, no temas,
si te envuelve como a mí a todas horas.
Y te fija un amor extraño
por el filo en las rasuradoras...

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