martes, 26 de julio de 2011

Sofía Mignacca - Córdoba Capital.

Parámetros XI

Un sólo corazón roto tiene las mismas proporciones que todo el espacio que sobra en la cama y ahí se queda, no dejando entrar a nadie ni nada más.



La luz

Para M.

Ahora sé que se puede caminar muchísimo más rápido. Paso, paso, paso. Super rápido, si quisiera más rápido podría más. Y qué rápido! Tac tac tac. Un paso otro paso otro paso otro paso. Rapidísimo. Ahora descubrí esa velocidad supersónica de mis piés.

Ahora sé que se puede congelar la sonrisa y mantenerla como para foto por todo el tiempo que se tenga ganas.

Ahora conozco como suena la voz de la persona que vive acá adentro.

Ahora entiendo la palidez de la gente. ¡Pobre la gente!

Y en algunos lugares los cortan con vidrios o con piedras. ¿Y de dónde sacan el vidrio?

Por hacer de cuenta que uno vive, se pierde de saltar.

Y a los merecedores de mis más profundos respetos, los artistas, les pido que no estén tan tristes.


Rock and roll

Las grietas en el jabón te dicen que el tiempo pasó y pasó.
Decís que no querés compromisos pero reservaste sushi y champagne para los próximos dos agostos.
Tu lado artesanal hizo una máscara gélida para que saludes a la gente.
Y coquetear con los animales del zoológico no va a salvar a tu almohada de tu puta humedad.
Tirate al infierno de cabecita que es mejor que venga a vos la montaña.
No sigas esperando ser la brisa que mueve la hoja ni la hoja que corta a la brisa en dos.
Porque ya fuiste hoja y fuiste viento y resultó el bailecito más lastimoso de la historia universal.


Los ingredientes

En el mercado de la brujería, los ojos verdes son codiciados. Él debe siempre intentar pasar desapercibido, está en constante riesgo por los tenedores asesinos que se clavarían en sus córneas de sólo verlo y a todos los amores debe hacerlos con la luz apagada.

Es interesante... Porque en el otro lado del universo sus ojos verdes lo convertirían en un monarca con tanto poder que podría mandar a la hoguera a todas esas sádicas hechiceras.

No lo sabe él.

El día que un juglar pase por su lado cantando esas noticias, él ya no tendrá que agachar la cabeza cada vez que anda caminando por la calle. Perderá el miedo. Será el rey. Sus ojos verdes brillarán toda su luz sobre la tierra.


Ya no puedo escribirte poemas

Me satisfaría ir
tumbarte la puerta
meterte una trompada
violarte
y meterte en una jaula.


Ay, eso me haría tan bien.
Suspiro.



Tragedia cuarta


Con la posmodernidad casi perdida en el camino, con la globalización prácticamente digerida y con el calentamiento del planeta que nos tiene incinerados a punto caramelo...

Aún así, seguiremos por los siglos de los siglos siendo catalogados, etiquetados, clasificados y definidos bajo el troglodita rótulo de la apariencia.