martes, 23 de febrero de 2010

Juan Desiderio


De Angeles Parricidas


Velocidad en tus palabras que imprimen el aire.
Qué frías las carnes de la despensa urbana
si vas por los pasillos, no olvides los ojos
porque los colores salpican las paredes del cielo.

Pastillas letales y el ron de la avaricia
la mente se busca entre los cabellos muertos
y la fibra en este día, bendito sea este viaje
se hace estática en el alma y reposo en el cuerpo.

Bailarina que miras por los agujeros de la raza
lo disperso no puede unirse en multitudes
porque el camino incierto es hoy una avenida de carteles
y el futuro no es más que una ruina sin nombre.

Quermesse tibia y falsa como junio
desde acá se ve una zona en la quimera
nada por tus tierras que conmemore la ciencia
con la que se quebraron los animales de tu suerte.

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La cantante inyecta la presión de su voz
en el aire.
Va por el azar,
queriendo tocarnos.

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El enfermero bajaba el interruptor
y mi amigo era un ángel ardiendo.
Consagraba su mente en un cielo
que parecía un horno.

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Se estira como pose de Da Vinci
donde un tipo tiene líneas que lo cruzan
marca su piel altera la imagen
su casa de nylon lo calma.

El sueño es lo que el color no puede
la mano se piensa abriendo el cielo
la mano se pide por lo que gana.

Trucos nuevos, la pasión es la potencia
con la que movemos nuestra parte
y la otra en el silencio, se marea.

Y es mejor ser un mareado
que una mueca
buscadora de montarse a quien no vuela
y celebrar que caemos otra noche
viva el pie y la acelerada cremallera.

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De El asesino de dios



Buenos Aires es tensa y dulce
Un valiant azul estacionado
bajo una morera, en la calle
donde asoma la anciana horrible,
que mira a todos los que pasan
por su vereda de baldosas humeantes,
cordones llenos de caries.
raíces que asoman de la pared rota del jardín.

Buenos Aires es tensa y dulce
Sus noches de secretarias perfectas
desde el cuerpo al cuarto de atrás
donde discuten sus sueldos
y sueñan con hijos
para dejar de morir por un rato.

Buenos Aires en tensa y dulce.
Minada de sótanos con poetas suicidas
y músicos al borde de la pala
que los llevará otra vez al asfalto,
para electrificar la calle
con cantos densos, visiones bajo el agua
fijos en las piernas
de la vedette del Maipo
que toma junto a su hijo
y lee un cuento de Jack London.

Buenos Aires es densa y temible.
La hecatombe debiera ser en Plaza Pueyrredón,
los profetas existen y la luz
del último vagón
se pierde entre ventanas azules.

Nos ofrece chatarra a cambio de afecto.
Buenos Aires regala sus joyas.
Siete maniquíes, el hueso de un psiquiatra
durmientes en vías muertas
restos de hamburguesas en bolsas de arpillera
cien bolsas de arpillera sin hamburguesas dentro
un buitre con cara humana…
vi su dibujo en la tapa
de un libro de mitos urbanos.



También estaba la mujer alada
de manos y rostro cubierto de musgo
o el perro con patas de plástico
y celular en vez de lengua.

Pero el que me sofocó fue un viejo
su cuerpo estaba hecho de efectos naturales.
Ciclones, temblores, plantas quemadas,
edificios de paredes de vidrio…

Al regresar, contemplo el incendio de un banco
imagino monedas fundidas en manos de los avaros.
El edificio se derrumba, su inteligencia
forma un cerebro con chispas y rayos

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Cuando era chico, creía en Dumbo
elefante hindú de las figuritas
que robaba del quiosco de mi tía
cuando pasaba el tren, y ella
apoyaba su cara entre las manos
acodada en una ventana rota
recordando a su hombre
de fe generosa que un día
se fue por las vías arrojando
flores de manzanilla. Tía
colgaba su mente en la alambrada
y yo en figuritas de chapa
dibujadas por artistas pobres y malos.

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De Tos


No se de rutas que vayan al ensueño
no se de abrigo que entibie mi reflejo
no se la razón del que cuelga
no se de diablos, ni de llovizna.

¿qué aprendí en estos años
de piel deforme y guerras naturales?

A parar los relojes
que hacen posible
la entrega de virtudes
por correspondencia.

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Creyó que en el infierno
todos seducían
a través de una piel
llamada ciencia.
Que el barro era gas
y el fuego calmaba la sed.

Abel pasaba las horas
acariciando animales
de lana perfecta.
Y no tenía sed.

Las cárceles vinieron después
cuando la adicción
a la carne muerta
hizo de Caín, un impulso.

Tanto le simpatizaba a Luzbel,
que el piso de la celda
se hizo abismo. Y no dudó
en presentarle
a una exquisita mujer
cuya física contenía
los secretos del cosmos.

Se entregaron
como el veneno a la lengua.

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El tren fantasma pasa
por delante. Por detrás
uno más denso
con formas y sombras.
Un tren físico.

Estación Floresta, aquí
se aquieta la epilepsia
después de un viaje
por el cuerpo
montaña rusa vestida
de azul hueso
zapatos de dinero… no

Estoy en el furgón.
Bicicletas colgadas como reses
soy dolor
viajando por un tajo
de ladrillos. Y el tren
transporta bacterias
contentas y feroces,
a destruir los tejidos
de la ciudad.

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De Barrio Trucho



IV



Joaquín el pelahueso
trabajaba en el cementerio
de Flores.
Las tardes eran
de interferencia portátil
y sus ojos congelados
perdidos en los yuyos.

Joaquín lavaba
una docena de huesos
por día
luego sus manos
en un dibujo impreciso.
Joaquín
cuidaba a los muertos.

Un olor eterno
a galpón quemado
distraía a Joaquín.
A veces se lo ve
mover sus brazos
bajo los chispazos
del premetro,
ponerlos en tierra
y quedarse horas
ardiendo bajo el sol.

Las noches de Joaquín pasan
y un bar de la avenida Cruz
lo declara exquisito
patear una mesa
arrasar a la mujer de un
prójimo
que meta palo
y a la bolsa
y a Joaquín
la mano de los siglos
bajo un flash de olor
a galpón quemado
la soledad de un viejo
encendedor a bencina
y alguna que otra adicción
a un chico
sin muslos
ni piedad
entre sus pechos
que acaricia Joaquín
vendiendo su bragueta
a la muerte.

Si
una vieja deuda
esa de acariciar huesitos
y pelar
los últimos vestigios
de tendón
porque la vida de Joaquín
es como un gran
descanso.


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XI


la historia triste
de una abuelita
que regaló sus tejidos
y sus flores
a las arañas

es triste
la historia
de las arañas
que tejen abuelitas
como países
donde posarse

los hilos enganchados
de los pulóveres
que se ponen
las arañas
y las abuelitas
para diferenciarse.
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e-mail de contacto con el autor: http://juanderio@hotmail.com/

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